Ciudadanos rusos abandonando su país para evitar ser llamados a filas para la guerra en Ucrania, en el paso fronterizo de Kazbegi, Georgia. (Mirian Meladze/Getty Images)

Moscú y los nuevos disidentes en el exilio: ¿regreso a los tiempos soviéticos?

La guerra en Ucrania iniciada en febrero de 2022 ha intensificado las actividades políticas de un grupo de disidentes rusos en el exilio, especialmente en Europa y EE UU. El objetivo parece encaminarse a visibilizar una narrativa "anti-Kremlin" que denuncia la guerra y al gobierno de Vladímir Putin con la finalidad de propiciar una transición política en Rusia. 

Con este contexto, el Kremlin comienza a observar con atención las actividades de estos disidentes cada vez más presentes en los países de acogida, pero también dentro de la diáspora rusa, un activo estratégico para el Gobierno.

Aunque no existen cifras oficiales se estima que cientos de miles de rusos han abandonado su país desde el comienzo de la guerra en Ucrania y, especialmente, una vez el presidente Vladímir Putin decretó en septiembre pasado la oficialmente denominada como "movilización parcial", el reclutamiento militar de efectivos civiles para ser entrenados y enviados al frente ucraniano. Paralelamente, entre la población rusa crece la percepción de que la guerra en Ucrania se prolongará más allá de 2023. A grandes rasgos, el conflicto no parece generar síntomas de malestar social en Rusia que eventualmente confronte la política oficial del Kremlin. 

Para contrarrestar las actividades del nuevo exilio político "anti-Putin", algunos medios rusos de corte independiente, así como grupos disidentes, consideran que el Kremlin estaría utilizando viejas tácticas preventivas ya conocidas durante la era soviética: penetrar en esos grupos de exiliados a través de agentes de los servicios secretos con la finalidad de dividirlos, diseminarlos y dispersarlos. El objetivo sería evitar cualquier tipo de influencia de estos mensajes opositores dentro de la sociedad rusa, así como en los gobiernos y sociedades donde se encuentran asentados los exiliados, especialmente en Europa y EE UU, con relaciones tensas con Moscú desde que comenzó la guerra. En este sentido, las autoridades rusas han fortalecido una narrativa propagandística netamente "patriótica" no sólo a la hora de legitimar la "operación militar especial" en Ucrania sino también para deslegitimar socialmente a estos grupos opositores dentro y fuera del país. 

Con sus matices, estos métodos recuerdan precisamente algunas de las estrategias discursivas soviéticas en contra de los "disidentes" (como han sido los casos más conocidos de Aleksandr Soljenitsin, Nathan Sharansky y Andréi Sajárov, entre otros) y que tuvieron una enorme repercusión política y mediática en Occidente. Ya incluso antes de la guerra en Ucrania, el Kremlin había recuperado el término (con reminiscencias soviéticas) de "agente extranjero" para descalificar a estas organizaciones disidentes, prohibiendo al mismo tiempo sus actividades dentro de Rusia.

La diáspora y Putin: sintonía y fluidez

No obstante debe considerarse que, desde su llegada al poder en 1999, la relación de Putin con la diáspora rusa ha sido muy fluida, determinada por la sintonía social e institucional. El Kremlin la observa ...