
El lanzamiento de misiles de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña contra instalaciones militares en Siria no alterarán el curso de la guerra. El ataque ha estado motivado por intereses diferentes que la protección de los sirios. El país es un espejo de las múltiples ambiciones y tensiones hegemónicas en Oriente Medio. He aquí un análisis que actualiza el contexto geopolítico de la guerra.
“Misión cumplida”, declaró el presidente Donald Trump el 15 de abril después de que Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia atacaran tres instalaciones de armas químicas. La primera ministra británica Theresa May aclaró que no fue una operación encaminada a “cambiar el régimen”. El objetivo era disminuir la capacidad del Gobierno sirio para usar armas químicas.
Formalmente, el régimen sirio entregó su arsenal de este tipo a la organización internacional para la prohibición de las armas químicas en 2014, pero ha seguido produciéndolas y usándolas, según la organización Human Rights Watch, en más de 50 ocasiones. Damasco y Moscú afirman que las noticias son inventadas.
El ataque tuvo un impacto limitado. Desde días antes Trump avisó que preparaba una represalia. Siria y Rusia tuvieron tiempo de proteger sus arsenales. En realidad, la operación, como la que Estados Unidos llevó a cabo en 2017, le indica a Damasco que puede seguir reprimiendo, mientras sea con armas convencionales.
Siria, con el apoyo de Rusia e Irán, lleva a cabo en zonas controladas por grupos rebeldes la estrategia de arrasar y atacar a la población civil sin respeto por el Derecho Internacional Humanitario. El mismo modelo que utilizó Moscú en las guerras de Chechenia (1994-1996 y 1999), que ha usado Estados Unidos en Irak y que aplica, actualmente, Arabia Saudí, con el apoyo de Washington, en Yemen.
En 2003 el entonces presidente George W. Bush declaró que la misión en Irak estaba “cumplida”. A continuación, le siguió una década de guerra que se prolonga hasta hoy, con ramificaciones en Siria y Kurdistán, y en otras partes del mundo a través de Daesh.
Igualmente, en 2011 Gran Bretaña y Libia movilizaron al presidente Barack Obama y a la OTAN para atacar Libia en una operación que prometía ser humanitaria (“proteger civiles”) pero que se transformó en promover la caída del régimen de Muamar el Gadafi, su captura y asesinato. París y Londres tenían interés en ocupar el sitio que dejaba parcialmente libre el presidente Barack Obama en la Alianza Atlántica.
Libia se partió primero en dos y después en múltiples áreas controladas por decenas de grupos armados, hasta convertirse en tierra de nadie y en ilícita plataforma de llegada y salida de miles de inmigrantes hacia Europa.
El síndrome de Irak
El presidente Obama tuvo presente la guerra sin fin en Afganistán y las experiencias de Irak y Libia cuando se negó a implicar tropas en Siria o a lanzar ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF