
La región de América Latina y el Caribe es la más húmeda del planeta y alberga cerca de la mitad de la vida terrestre, incluida una excelsa y diversa flora y fauna. Pero la acuciante desaparición de sus ecosistemas alimenta un círculo vicioso de causas y efectos antropocéntricos devastadores al que varias iniciativas multisectoriales quieren poner freno.
Cada vez resulta más complicado escuchar en Paraguay al pájaro campana, así denominado porque su canto recuerda a esos grandes instrumentos metálicos que, en forma de copa invertida, resuenan desde lo alto de las iglesias. El Procnias nudicollis, su nombre científico, es el ave nacional de la república guaraní pero también una de las 27 amenazadas de extinción. “Estamos haciendo grandes esfuerzos para recuperar sus bosques y restaurar la conectividad que necesita su rica biodiversidad”, explican por correo electrónico Óscar Rodas y Alberto Esquivel, de WWF Paraguay.
No es su única preocupación. El listado de especies amenazadas que manejan es abrumador y eso que se ciñen al interior del país: el Ka’a He’e o Stevia (Stevia rebaudiana), el Ky’yi o ají silvestre (Capsicum flexuosum), la anaconda verde (Eunectes murinus), la boa constrictor (Boa constrictor), el jaguareté o jaguar (Panthera onca) y un largo etcétera. Para tratar de encontrar una explicación común a todas ellas, Rodas y Esquivel, respectivamente, director de cambio climático y especialista en desarrollo sostenible de la citada organización internacional para la conservación de la naturaleza, hablan de “la pérdida de hábitat silvestre, siendo la causa subyacente la continua expansión de la frontera agropecuaria. La agrobiodiversidad, como sistema que custodia y conserva las especies nativas útiles, pierde terreno ante modelos agropecuarios basados en una simplificación de las especies cultivadas, reducidas en algunos casos a una sola y, en muchos otros, utilizando aquellas que no son nativas, incluso algunas exóticas invasoras”.
Y resulta que el comparativamente pequeño Paraguay explica de forma clarividente la vasta región que engloba América Latina y el Caribe (ALC). Lo que sucede en el interior de un país de poco más de 7,3 millones de habitantes mal repartidos (la capital, Asunción, acoge a más de medio millones de personas) en una superficie similar a la de España sin Andalucía, sirve para entender las vicisitudes de un triple territorio (América del Sur, América Central y El Caribe) con aproximadamente 667 millones de habitantes y casi 22.000 kilómetros cuadrados.
Es tan abundante la agrobiodiversidad existente en ALC y tal es la heterogeneidad de cada una de sus regiones, que tal vez lo más prudente para una primera impresión sea quedarse con las pinceladas que expone sobre la mesa la consultora experta en biodiversidad de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) Dafna Bitran: con apenas el 16% de la superficie terrestre y el 9% de la población global, tiene el 23,4% de la cubierta ...
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